Para Lar de Maía, el respeto al medio ambiente es, más que una máxima de trabajo, una filosofía de vida. En esta bodega familiar localizada en la localidad de Cubillas de Santa Marta, provincia de Valladolid, lo que naturaleza le da a cambio es fundamental a la hora de elaborar vinos de la máxima calidad. De ahí que sus viñedos sean sostenibles, que conserven toda su esencia y propiedades.
“La mayoría de nuestras uvas proceden de viñas centenarias, lo que hace que la calidad sea excelente”, destacan. Además, las plantas están rodeadas de parcelas en las que se cultivan distintos tipos de cereales, manteniendo así un sistema único en la zona que hace aún más especial a la uva de esta tierra.
Lar de Maía, tradición, familia y pasión por su tierra
Elaborar vinos que hablen por sí solos y dejen huella. Ese ha sido su objetivo desde que, en 2015. Lar de Maía se presentaba en sociedad con vinos naturales, sin aditivos, siguiendo el modelo de Vino de Pago, con cosechas limitadas y controladas que dan fe del trabajo bien hecho por parte de su personal y sobre todo de María Burgoa, fundadora de Lar de Maía.
María Burgoa sabía desde un principio lo que quería hacer cuando puso en marcha en el año 2015 «Lar de Maía». No lo hizo a ciegas, María había trabajado durante casi 20 años en bodegas de Rueda, Ribera de Duero, Arlanza, Toro y La Rioja. Unos años que la enseñaron a respetar el terruño al máximo para extraer de ellos vinos con personalidad propia que se reflejara tanto dentro como fuera de la botella.
Todo en esta bodega está pensado al detalle, de hecho, la marca Lar de Maía se crea porque el primer embotellado de su primer vino Lar de Maía 5º Tinto fue en mayo, mayo en latín es Maia y Lar hace referencia al suelo o terroir. El resto de las denominaciones del resto de sus vinos se hizo de la misma manera: Lar de Maía 8º Rosado porque su elaboración se planificó en agosto, el octavo mes del año, y Lar de Maía 7º Autor, su tinto de gama alta, en julio, séptimo mes del año.
Cómo decimos María pone atención en todo, desde lo que necesita los diferentes viñedos en cada momento, a todo lo referente a la imagen final del vino embotellado, envases e imagen diferentes y con unas cápsulas de botellas nada convencionales, en sí son pequeñas fichas de cata donde se da información al consumidor del producto y al guardarlo sirve, además, para recordarlo.